El primer vuelo no me apetecía, de verdad, solo había alemanes jubilados que visten mal. Como una peli cutre de sábado tarde en TVE. Y por favor, que alguien les diga que no están morenos, que están quemados. En el avión en el que estoy ahora me siento acogido. Hasta tengo ganas de Berlín! Azafates agradables y solecito de atardecer por la ventana. Voy a leer a Pablo Gisbert, los temas amorosos los dejo para momentos más fríos.
100€ me ha costado estar donde quiero estar.